Blah, blah blahh!

Saluda la madera con el tacto,
haz del silencio un adoquín de microtonos,
comienza el ritual afinando tus cabellos,
irguiendo tu espalda y cuello blancos
en contra del rojizo continente del violoncello

curvas de espejo inconsciente,
extension y reflejo,
ánima expresiva, mimética armonía.

Afila tus dedos con las cuerdas,
rasga la calma con disonancias,
devora los significados
con la impaciencia desbocada
del ritmo cadente,

encuéntrate
(y encuéntranos)
en el abrazo sincero,
esquivo, pesaroso y romántico
de un amante
tono menor


Sonríe partitura,
dibujando líneas en un rostro pentagrama.

Sostén un fa en el pecho
lígalo al sol petulante
y comienza a componer,
a descomponer el eco sin nombre
de los sonidos.

Atrapa la música en tus ojos
escucha el latir de la tierra con tus manos
mira al Dragón
como nominal ópera en el cronotopos de la existencia.

Saborea el humo azul
que exhala tu piel como vibrato
libera el arpegio de tus rizos,
subvierte el gozo de tu risa
haznos nacer de nuevo en el trémolo enrojecido
de tus mejillas.

Alcánzame un beso lejano
que sepa barroco


a prolongada fuga;
dame una bofetada que arda cual tocata;

presióname en la carne caricias clásicas,

y luego píntalas de colores románticos,

dibújame sonatas al compás del viento





Sé mi amiga, sé mi hermana, sé mi quimera y mi enemiga, pero sé conmigo.

Sé fanfarria de victoria, sé réquiem de nuestras tristezas,
sé allegro de las charlas,
sé Grand Finale de una una época,

y obertura de una nueva era.